De Pavarotti a Alonso
Luis Serrano Rubio - Diario de Noticias
(...) Un mínimo de pudor hizo que no hace tanto no siguiera adelante una campaña contra el hambre que iba a protagonizar Pavarotti; y eso aunque, si bien es verdad que los gordos devoran más que los demás parte de los alimentos que mitigarían la desnutrición de muchos, Pavarotti, al menos, no era famoso ni sacaba sus millones de concursos de comidas pantagruélicas, sino por cantar.
En cambio, ahora vemos aquí que quien saca toda su fama y millones de fomentar las competencias de velocidad en automóvil tiene el valor de ser presentado como apóstol de la conducción prudente, como si su ejemplo (dentro de los circuitos dirá creyendo zanjar la cuestión el ingenuo o cínico de turno) no valiera más en sentido contrario que mil sermones, que en su boca suena a broma; y a broma macabra, ya que los Fittipaldis o Alonsos de turno pueden también dejar, y dejan, miles de malheridos, minusválidos o muertos, pudiendo ser sus víctimas cualquiera de nosotros
(...) Un mínimo de pudor hizo que no hace tanto no siguiera adelante una campaña contra el hambre que iba a protagonizar Pavarotti; y eso aunque, si bien es verdad que los gordos devoran más que los demás parte de los alimentos que mitigarían la desnutrición de muchos, Pavarotti, al menos, no era famoso ni sacaba sus millones de concursos de comidas pantagruélicas, sino por cantar.
En cambio, ahora vemos aquí que quien saca toda su fama y millones de fomentar las competencias de velocidad en automóvil tiene el valor de ser presentado como apóstol de la conducción prudente, como si su ejemplo (dentro de los circuitos dirá creyendo zanjar la cuestión el ingenuo o cínico de turno) no valiera más en sentido contrario que mil sermones, que en su boca suena a broma; y a broma macabra, ya que los Fittipaldis o Alonsos de turno pueden también dejar, y dejan, miles de malheridos, minusválidos o muertos, pudiendo ser sus víctimas cualquiera de nosotros
1 comentarios:
Pues lamento discrepar, pero no puedo estar más en desacuerdo.
Quien critica a un piloto de F-1 (o a un motociclista o a un campeón de rallyes) por ser la imagen de una campaña en pro de la prudencia al volante, aduciendo que se cree zanjar la cuestión al decir que sólo se corre dentro de un circuito; me parece tan fariseo como quien no critica esos anuncios de coches que alcanzan velocidades de vértigo y en los que aparecen los conductores haciendo mil y una virguerías, y que zanjan la cuestión poniendo en letra pequeña que "este anuncio está rodado en circuito cerrado y con especialistas".
Con esto no quiero decir que esté o no de acuerdo con que Alonso o Pavarotti sean o dejen de ser los más indicados para representar ciertas campañas. Esto sería objeto de otro debate.
A lo que voy ahora es a que las cosas no son siempre tan simples como parece a primera vista.
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