30 enero, 2012

Islandia, un paraíso para mujeres

Guarderías en las universidades para las madres estudiantes, hombres con bajas de paternidad de tres meses, una mujer dirigiendo el país... Otro tipo de sociedad es posible

Ofelia de Pablo y Javier Zurita para Mujer Hoy

Islandia –ese bloque de lava subártico vecino de Groenlandia, conocido por un volcán de nombre impronunciable, una cantante (Björk) tan genial como extravagante y, recientemente, por su desafío a la banca– ha sido elegida por un estudio realizado por la revista Newsweek, como el mejor país del mundo para ser mujer. ¿Razones? Un riguroso índice confeccionado con datos del Foro Económico Mundial y de la Organización de las Naciones Unidas, que mide el ámbito jurídico, la salud y la educación, así como la participación de la mujer en el ámbito laboral y político, demuestra, con datos objetivos, que las islandesas nos llevan ventaja. De hecho (y para nuestro sonrojo) en esa misma lista España ocupa el puesto 44 (por detrás de países como Albania, China y Trinidad y Tobago). No es Eurovisión, es la calidad de vida de las mujeres, y si los islandeses tienen 100 puntos, nosotros, 79.


¿POR QUÉ?

Para empezar, porque tienen el mayor índice de natalidad de Europa, pero también el mayor porcentaje de mujeres trabajando fuera de casa. ¿Cómo es posible? ¿Milagros vikingos? Desde luego, Islandia "is different". Es el país del mundo donde la gente compra más libros per cápita, el único miembro de la OTAN que no tiene ejército y el agua caliente llega a todas las casas, directamente, desde las cañerías naturales de las entrañas volcánicas. Pero volviendo a la cuestión de género: el año pasado, el Gobierno prohibió que las empresas se lucraran con la desnudez femenina. De este modo, se propinó un fuerte golpe a la industria de la explotación sexual. Declararon ilegales los clubes de striptease, criminalizaron el consumo de prostitución y adoptaron el modelo austriaco con respecto a la violencia doméstica, donde es el perpetrador quien tiene que irse del domicilio familiar, y no al revés. Además, el Foro Económico Mundial lo considera uno de los países con mayor participación femenina en política –el 45%–. De hecho, Islandia eligió a la primera mujer presidenta del mundo (una madre soltera). Fue hace 28 años y ostentó el cargo durante 16. En 1983 se creó el poderoso Wome’s Alliance, un partido feminista que llegó a conseguir seis escaños de los 63 existentes en ese momento. Una de sus miembros, Ingibjörg Sólrún Gísladóttir, fue alcaldesa de Reykjavik hasta 2003 y, en la actualidad, la primera ministra del país es una mujer abiertamente homosexual. Johanna Jingudardottir ocupa su cargo desde 2009 y fue elegida en las elecciones que sucedieron a la bancarrota islandesa. Recientemente, afirmó sentirse muy orgullosa del informe del Newsweek: "No solo en lo que atañe a las mujeres, sino porque la igualdad de género es el mejor indicador de la calidad de una sociedad". Una de las primeras medidas que tomó fue ampliar el permiso parental, uno de los más avanzados del mundo, ya que en Islandia se conceden tres meses intransferibles a cada progenitor (y nueve más, que se reparten a voluntad).

ENCUENTROS

Estamos a 11 grados bajo cero y todavía es de noche (aunque sea mediodía) en Reikiavik, la capital del "paraíso femenino". Katrin Juliusdottir, ministra de Industria, Energía y Turismo, nos recibe con un cálida sonrisa en una mañana un tanto desapacible: "Me encanta este clima, ponemos la casa con velas para desayunar y a mis hijos les hace muy felices", nos comenta mientras nos hace pasar a su despacho. Ella era muy pequeña cuando las calles de la capital de Islandia se llenaron de mujeres reclamando igualdad. Fue el 24 de octubre de 1975, cuando el 90% de las mujeres de Islandia se declararon en huelga para denunciar la desigualdad entre géneros. Esta muestra del poder femenino volvió a repetirse en 2011, cuando una gran marcha inundó las calles de Reykjavik reviviendo el espíritu de las proclamas de 1975. A pesar de la gran tormenta de nieve que ese día golpeaba la isla, más de 50.000 mujeres de todas las clases sociales (un tercio de la población de islandesas) se lanzaron a la calle para reclamar la igualdad salarial y el fin de la violencia de género. Aquella histórica marcha del 75, de la que formó parte la madre de la ministra, cambió el rumbo de la isla e "hizo tomar conciencia de la necesidad de una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres, –afirma Katrin–. Hoy contamos con guarderías junto a las universidades para que las mujeres que lo deseen puedan continuar sus carreras universitarias sin que tener un hijo sea un problema. Yo misma llegué a mi posición política siendo madre soltera y creo que es muy importante que la maternidad no signifique tener que elegir entre tu vida profesional o tener hijos". Hoy, la ministra de Energía espera gemelos, pero tuvo su primer hijo a los 24 y lo crió sola mientras se construía una carrera política.

En una universidad española, una alumna embarazada es poco frecuente; en Islandia, no solo es habitual ver en la cafetería a chicas embarazadas, sino a otras amamantando y todos los bebés son bienvenidos. Lo sabe Stella Olafsdottir, que nos espera en la Universidad de Reikiavik. Entre los verdes campos y los edificios de diseño minimalista de las facultades se encuentran tres edificios que funcionan como guarderías para los niños de los estudiantes. Ella es antropóloga y también profesora infantil. "Los 64 niños que cuidamos son hijos de estudiantes de la universidad", nos comenta mientras un enjambre de pequeños niños rubios se sienta a la mesa entre risas y juegos. "En la guardería les damos de desayunar y de comer con un coste para los estudiantes de 62 € al mes y de 125 € para los trabajadores".

Al preguntarle su opinión sobre el paraíso islandés, sonríe: "Tenemos muchos beneficios que otras mujeres no poseen, pero debemos seguir luchando". Suena el timbre del fin de las clases y Stella se va a toda velocidad: "Tengo que recoger a mi pequeño, que también está en la guardería. Mi pareja es diseñador gráfico y ahora está en clase, así que hoy voy yo a buscarle". El papel de los hombres en esta sociedad también ha cambiado, "ellos han tomado conciencia de lo hermosa que es la paternidad", afirma Hrefna Rosa, la única mujer, que a sus 31 años, es dueña (y chef) de dos de los restaurantes más 'in' de la ciudad. "Muchas de mis amigas que son madres trabajan y sus parejas están en casa cuidando de los niños. Lejos de considerarlo algo malo, ellos están felices con su paternidad", señala Hrefna. El mejor ejemplo es ella misma: Herfna tiene un bebé y es su pareja la que se ocupa la mayor parte del tiempo de él.

En uno de los elegantes cafés del centro de la ciudad nos encontramos con la escritora Audur Ava Olafsdottir. Desde que su novela 'Rosa Cándida' (Ed. Alfaguara) ha sido traducida al castellano, ha crecido su popularidad entre los lectores españoles. Ella está de acuerdo con Hrefna. "Islandia es un paraíso también para los hombres porque ellos son padres y todos estos derechos sociales son buenos para ambos", explica, mientras observa la vida pasar desde la cristalera del café.

En su última novela el protagonista es un hombre muy joven que descubre la paternidad por accidente. Audur cree que "si los padres descubren que ser padre es, realmente, un privilegio, el mundo entero cambiará". Hoy en las calles de Islandia, es habitual ver a grupos de hombres paseando con sus hijos y cuidando de ellos.

SU VERSIÓN DEL 'CRASH'

Birgitta Jondostir es miembro del partido ciudadano The Movement, nacido de las protestas contra el gobierno a raíz de la crisis que sumió a este país en una de las peores bancarrotas de la historia. La versión islandesa de la crisis mundial comenzó en septiembre de 2008, cuando el primero de los tres grandes bancos del país fue nacionalizado. Después le siguieron otros. ¿Por qué se derrumbaron? Sencillamente porque en siete años los bancos se hicieron 20 veces más grandes y su deuda ascendió a 12 veces el PIB (Producto Interior Bruto) del país. La burbuja del bienestar, que hace años les había calificado como uno de los países más solventes del mundo, se pinchó. Icesave (el banco que acabó catalizando el descontento popular) operaba por internet y captó los ahorros de 400.000 extranjeros. Cuando se declaró la quiebra, el ex primer ministro británico Gordon Brown aplicó la ley antiterrorista para congelar las cuentas y garantizar los depósitos a los ingleses afectados. Finalmente... Reino Unido y Holanda le pasaron la minuta al Gobierno de Islandia, que se resignó a asumir la deuda de 4.000 millones de euros a 15 años, más intereses. Tocaban a 45.000 euros por familia y el Parlamento acató la decisión, pero el presidente se negó a firmar la ley y convocó un referéndum. El pueblo islandés dijo "no" a pagar la deuda, y lo que en un principio se consideró un suicidio ha sido interpretado por muchos como la salida más lúcida de una crisis sin fondo.

"Las compañías dirigidas por mujeres son las únicas que han sobrevivido", cuenta Birgitta, que no se separa de su portátil, lleno de pegatinas revolucionarias, mientras nos conduce por el Parlamento donde ahora tiene un escaño. Hoy las mujeres han sido llamadas a dirigir los malogrados bancos New Landsbanki y el New Glitnir. El Consejo de Ministros islandés se compone de cuatro mujeres y seis hombres, y también se está incrementando la presencia femenina en el Parlamento. Para la Ministra de Industria, Katrin Juliusdottir, "cuando alcancemos el 50/50 habremos completado una parte del largo camino que hace años emprendieron las mujeres. Nuestra generación tiene ahora que dar un nuevo paso en la lucha por la igualdad total. El siguiente escalón son las empresas, donde está previsto que en 2013 sea obligatorio tener al menos un 40% de mujeres en sus plantillas".

LAS SOMBRAS

Birgitta Jonsdottir coincide con Katrin en la búsqueda de la igualdad: "Somos un modelo experimental para el mundo y hemos avanzado mucho tras la enorme crisis financiera en la que el papel de la mujer se ha visto reforzado, pero no podemos perder de vista la clave de una sociedad: que realmente sea igualitaria".

Pero en todo paraíso siempre hay problemas y las islandesas son muy conscientes de ellos. "Para avanzar hay que ser críticos. Aún existe una desigualdad salarial importante entre hombres y mujeres, en muchos casos del 10%, y nos preocupa la violencia de género", añade Katrin, mientras repasa las estadísticas sobre abusos sexuales. En la asociación sin ánimo de lucro Stigamot conocen muy de cerca este drama. "En Islandia, entre un 10 y un 20% de mujeres han sufrido algún tipo de violencia sexual", afirma Steinunn Gudjonsdottir, director del proyecto del refugio que coordina la Asociación para víctimas de violencia. "Estamos lejos de la igualdad de género. Hemos avanzado mucho, pero no es suficiente", concluye con gesto firme esta islandesa de 29 años. La ONG de la que forma parte lucha desde hace dos décadas para hacer visibles, entre otras, lacras como la violencia doméstica, el incesto y las violaciones llevadas a cabo dentro de unidad familiar o por amigos cercanos.

Por fin comienza a 'amanecer' (cerca de la una de la tarde, mientras el sol brilla en Madrid) y Katrin, en su despacho del ministerio, esboza una sonrisa mientras acaricia su tripa de embarazada: "Lo mejor de ser mujer en Islandia es que puedes ser tú misma. Tengo la libertad de seguir eligiendo mis propios sueños". Y no es una suerte, aquí ellas se lo han ganado.

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