Animales de compañía

Llevo una temporada ausente. Pero tal y como he estado ausente por aquí, también lo he estado un poco en mi día a día. Esta semana ha sido bastante oscura. He estado muy mal con mi novia. A punto de dejarlo. Tuvimos una bronca del patín el domingo pasado. El lunes no nos pudimos ver porque estuvo una hora esperándome en la puerta de mi trabajo, pero yo salí hora y media tarde. Así que se hartó y se fué. Lógico. Hablamos por teléfono y volvimos a discutir. Hay cosas en las que somos incapaces de entendernos. Y eso me jode. Son temas, que tenemos puntos de vista diametralmente opuestos. Cosas a la que ella da mucha importancia, y yo muy poca. Y viceversa.

El puto movil es mi enemigo público número uno. O en mi relación. Porque el 80 % de las movidas, las tenemos a través de este aparatito. Y ella sabe que a mí me jode discutir ciertas cosas por teléfono. Prefiero solucionarlo cara a cara. Pero como hay veces que esto es imposible y que nuestros horarios laborales se cruzan, pues no hay forma. Y al final, siempre acabamos igual.

Me dijo que mejor que no nos viéramos en una temporada. Que ella lo necesitaba, y que creía que yo también. Y yo esas cosas las llevo muy mal. Estuvimos sin vernos hasta ayer. En principio me dijo que ayer tampoco quería verme, pero apareció por sorpresa en casa, ya que había quedado con una amiga cerca de mi casa. Así que, como dijo ella, se le cruzó y me tocó el timbre.

Si no hubiera quedado con esa amiga por aquí, estoy segura de que no hubiera acudido a mí, pero bueno. Estuvimos un rato hablando. Al principio un poco así porque ya no había mucho más que decir, aparte de lo que habíamos hablado por teléfono. Pero poco a poco fuimos ahondando. Dejando a un lado las increpancias de una a otra. Que siempre acabamos igual. Cada una exculpándose de lo suyo y sin ahondar en las verdaderas raices del problema. Esta dinámica que cogemos muchas veces, a mí me pone de los nervios. Esa confrontación del TODO o NADA, SIEMPRE o NUNCA. Esas afirmaciones categóricas me ponen mala, y creo que por ahí no se va a ningún lado. Pero soy consciente de que yo, cuando me caliento, también las hago. Y no me mola un pelo.

Luego todo se relajó un poco y llegamos a darnos unos besitos. Pero tampoco me dejó avanzar mucho más.

La verdad es que no sé si vamos a ser capaces de asimilar nuestras diferencias. Comprender nuestros distintos puntos de vista y asumir nuestros errores. Que asumir asumimos, pero no somos capaces de cambiar en determinados momentos o estados emocionales. Como los prontos que me dan a mí cuando me pongo muy muy nerviosa; cuando tengo la sensación de que no me escucha, de que falta a la verdad. Cuando me dice que no ASUMO. Yo sí asumo, lo que pasa es que a veces me cuesta cambiar o controlar ciertos arranques que tengo.

El problema es que yo tengo que encontrar la raíz de esos arranques. Porqué consigue ponerme tan nerviosa en ciertas situaciones, o ante ciertas actuaciones. Y no pagar con ella otras cosas que no tienen nada que ver.

En fín, que, al margen de que siga con ella o no, tengo que ahondar mucho en mí. Tengo que encontrar causas, motivos, raíces, lo que sea, para que en ciertos momentos no me ponga como me pongo. Esto no es algo de siempre, así que supongo que no está en mí. Aunque también es cierto, que siempre se dan como consecuencia a que me siento que no me escucha, que no me comprende y me acabo poniendo de los nervios.

Bueno, que gracias a las que os habeís preocupado. Que cuando esté más serena volveré a escribir, que la actualidad cada día da cosas por las que protestar. Sobre todo ahora, que las elecciones están a la vuelta de la esquina.

Y en Navarra, se vaticina cambio. Espero que sea cierto. Opinaremos, proximamente...